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Caos en el arranque del Insabi

Ruth Rodríguez

Ruth Rodríguez

En el quirófano

La puesta en marcha del Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi) se ha vuelto un caos y un dolor de cabeza, tanto para autoridades, directivos de hospitales locales y federales, como para los pacientes que pertenecían al desaparecido Seguro Popular.

La falta de las nuevas reglas de operación, la carencia de información, el cruce de órdenes y la falta de lineamientos es notoria en los hospitales federales y estatales, que no saben si tienen que cobrar o no por atender a quienes tenían el Seguro Popular, dado que no hay claridad de dónde saldrán los recursos y presupuestos para tales fines.

Mientras unos hospitales federales están cobrando la hospitalización y las cirugías a todos los pacientes, otros no lo hacen hasta recibir indicaciones claras, pero con el temor de que agoten su presupuesto si no les reintegran los recursos que están gastando.

Esta situación contrasta con la implementación del Seguro Popular en el 2004. En esa ocasión la operación del nuevo programa se trabajó, se planchó, se operó y se afinaron los detalles desde un año antes, precisamente para evitar que hubiera el caos que ahora se vive.

El problema central del Seguro Popular, que trajo muchos beneficios, reconocidos internacionalmente, es que se corrompió y los recursos millonarios que se le destinaron fueron robados o desviados para otros fines, principalmente en las administraciones estatales.

Por eso, ahora el Insabi regresa el control de la atención de los más pobres al gobierno federal. Y en teoría eso suena muy bien.

Digo en teoría porque en la práctica el arranque de la puesta en marcha del Insabi está fallando. Si las cosas siguen así, el Instituto va a ser el peor dolor de cabeza, tanto para las autoridades como para las personas con menos recursos que requieren de atención de todo tipo de enfermedades.

Este día, Juan Ferrer, responsable del Insabi, dará el arranque oficial de este nuevo Instituto en Chiapas, un estado que tiene muchas carencias en salud.

El objetivo del Insabi es dar atención a 69 millones de mexicanos que no tienen seguridad social. El objetivo es ambicioso. A tal grado, que se plantea controlar las plazas del personal de salud en los estados para evitar duplicidades o que se autoricen plazas sin el respaldo financiero como ocurría antes.

También se buscará que en algunos estados se formen redes integrales de servicios de salud, donde se sumen todas las instituciones de salud, IMSS, Pemex, Sedena y Armada para dar una atención médica en conjunto.

Las autoridades del Insabi piden paciencia, dicen que todo es gradual. Pero habría que recordarles que las enfermedades no avisan ni tienen calendarios, se presentan y hay que atenderlas.


 ABATALENGUAS

El caos del Insabi va a ser aprovechado por los opositores de la 4T. En los próximos días vamos a ver a más personajes como el expresidente Felipe Calderón, quien ayer tuiteó que antes “pagaban 70 pesos por noche en el Hospital General. Con la desaparición del Seguro Popular, ahora pagan 477 por noche”, sin que nadie lo desmintiera.


 BAJO EL MICROSCOPIO

A pesar de que las autoridades del sector salud se reúnen todos los lunes para identificar en qué hospitales hay desabasto de medicinas e insumos, la realidad los está rebasando.

Todo indica que se viene una temporada de desabasto mayor en este 2020, por lo que comentan derechohabientes, asociaciones que trabajan con pacientes y hasta trabajadores de distintas dependencias.

Para empezar hay que ponerle atención a las mamás de niños con hemofilia, que reclaman al IMSS por la falta de sus tratamientos de sus hijos que, nos aseguran, los ponen en riesgo de muerte; a la falta de agujas para la aplicación de quimioterapias en el Hospital Adolfo López Mateos del ISSSTE o la carencia de campos quirúrgicos, que son materiales que se usan para cualquier cirugía en varios hospitales de salud.

 

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