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Importancia de la función pública de la policía

Raúl Contreras Bustamante

Raúl Contreras Bustamante

Corolario

Con motivo de la publicación del acuerdo presidencial que dispone que las Fuerzas Armadas se incorporen a tareas de seguridad pública de manera extraordinaria, se han suscitado muchos comentarios y críticas, pero poco interés en analizar las grandes limitaciones que los cuerpos policiacos tienen para cumplir con su labor.

Resulta importante poder identificar y atender los retos que tiene que enfrentar la policía para realizar su tarea de importancia capital, pues su trabajo diario reviste grandes riesgos y desafíos; y más allá, también porque la función pública policial representa un componente vital en la consolidación de una democracia.

No existe ninguna sociedad que pueda funcionar sin la presencia y actuación de la policía. Un policía es un servidor público, un representante popular, porque personifica la facultad coercitiva que tiene el Estado para hacer uso del monopolio de la fuerza legítima.

La esencia de la policía es de carácter preventivo y disuasivo para tratar de evitar las conductas antisociales y la comisión de delitos, pero al mismo tiempo está facultada para hacer uso de la violencia justificada con el fin de lograr el restablecimiento del orden infringido.

La inseguridad e impunidad que padecemos se debe, en gran parte, a la carencia del número de policías que debería haber en México. Según información del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en la actualidad —a nivel nacional— el número de policías preventivos estatales es de 129,410, que equivale a 0.96 policías por cada mil habitantes. De acuerdo con la ONU, el número ideal debería ser de 2.8 policías por cada mil habitantes, lo que significa que el país tiene casi la tercera parte de los policías preventivos estatales de los que debería tener.

Otro grave problema son las percepciones que recibe un ciudadano que decide jugarse la vida y la estabilidad de su familia para desempeñarse como policía. El sueldo promedio —a nivel nacional— de un policía es de 13 mil 187 pesos. Dicha remuneración varía en cada entidad federativa, siendo los mejor pagados los del estado de San Luis Potosí con poco más de 21 mil pesos. Tabasco —por su parte— es la entidad donde menos gana un policía, pues su sueldo asciende a 6 mil 331 pesos mensuales.

La Ciudad de México —que concentra el mayor número de elementos policiales a nivel nacional— se encuentra entre los diez últimos lugares en cuanto a salarios se refiere, ya que la información indica que un policía en promedio gana 9, 861 pesos al mes. De tal suerte que si no se dignifica la labor policial en lo económico estaremos dejando un amplio margen para que nuestros policías se corrompan con más facilidad. Pero quizás el mayor de los retos está —hay que decirlo— en el desprestigio y la desconfianza con la que la ciudadanía mira a la policía. Según la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública 2019, realizada por el Inegi, sólo cerca del 6% de los mexicanos considera efectivo el trabajo desempeñado por la policía.

El Estado —en sus tres niveles de gobierno— tiene que trabajar para lograr que la ciudadanía vuelva a confiar en sus policías y se reconozca la importante labor que desempeñan.  La falta de políticas públicas coordinadas y bien estructuradas ha propiciado que la corrupción haya contagiado a los cuerpos policiacos; pero ello es reflejo de la descomposición que como sociedad padecemos. Porque hay que decirlo con toda claridad, el cambio atañe a todos: sociedad y gobierno.

Como Corolario, la frase del novelista francés André Malraux: “La tradición no se hereda se conquista”.

 

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