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¿Abdicó la oposición?

María Amparo Casar

María Amparo Casar

A juicio de Amparo

El año de 1997 inauguró un periodo de la democracia marcado por: a) la ausencia de mayoría en el Congreso; b) la negociación y formación de coaliciones, c) la diversificación de las agendas y d) el desplazamiento del Poder Ejecutivo como “legislador preferente”. No fue como muchos esperaban el inicio de la paralización del trabajo legislativo. De 1997 a 2018 se pasaron más iniciativas y de igual o mayor calado que en los 25 años previos. Sí, en cambio, fue la consolidación del Poder Legislativo como poder independiente. El Congreso asumió, por fin, el papel que la Constitución le había asignado, pero al cual había abdicado: representar, legislar y contrapesar. Hoy, las cosas son diferentes. El Congreso sigue cumpliendo sus funciones de representar y de legislar. Lo que ya no es claro es su desempeño como contrapeso del Poder Ejecutivo.

Parte de la diferencia se explica por la aritmética del Congreso. La condición “más” minoritaria de los últimos presidentes los obligaba a negociar, aunque en ocasiones lo que se buscaba era mayor legitimidad vía el consenso. Por ejemplo, el partido de Peña Nieto contaba en el primer trienio de su mandato con el 50.2% de la Cámara de Diputados y 48.5% del Senado. Pero más importantes que estas diferencias numéricas son: el fraccionamiento y condición interna de las fuerzas parlamentarias de oposición; la (in)decisión de caminar de manera conjunta; la poca disposición de la fuerza mayoritaria a negociar con la oposición y la mucha disposición a no regirse por las propias normas de las cámaras y la, prácticamente, absoluta sumisión de la coalición gobernante en el Congreso a su presidente.

Con un partido o coalición mayoritaria, un presidente con gran legitimidad y liderazgo y una oposición fragmentada y desarticulada los márgenes para ser contrapeso y mantener una agenda plural disminuyen sensiblemente, pero no desaparecen.

La oposición no está manca. No tiene, desde luego, poder para fijar la agenda ni tampoco los números para aprobar las iniciativas que quisieran, pero sí los tienen para que los grupos de oposición no estén pintados y actuar como contrapeso. El 33% de las cámaras está en sus manos y, con ello, la posibilidad de impedir que pasen iniciativas de reforma constitucional o nombramientos que consideren inadecuados. También para disuadir violaciones al proceso legislativos; para interponer acciones de inconstitucionalidad y para convocar a consultas populares sobre temas de trascendencia nacional. Con mayor facilidad, pueden integrar comisiones para investigar organismos descentralizados y empresas paraestatales o para hacer comparecer a los titulares de las secretarías de gobierno.

O sea, las coaliciones PAN-PRI-PRD o PAN-PRI-MC tienen juntas el poder para devolver al Poder Legislativo, al menos en parte, su función de contrapeso. No lo han utilizado salvo excepcionalmente como cuando impidieron la aprobación de la reforma constitucional sobre el fuero o interpusieron demandas ante la SCJN contra la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal. No tengo respuesta a la pregunta de por qué escuchamos críticas feroces y discursos incendiarios contra las pretensiones del nuevo gobierno y su partido, pero no hacen uso del poder que tienen. No sé por qué se quejan en lugar de asumir su responsabilidad. No entiendo por qué abdican cuando tienen municiones para dar la batalla. 

Pienso que vale la pena preguntarse. ¿Por qué dejar pasar el caso de que, una vez rechazada la licencia del Senador Manuel Velasco, se volviera a votar por órdenes de AMLO y fuera de toda normatividad parlamentaria?¿Por qué permitir la sustitución del senador Juan Zepeda (PRD) por la senadora Lucía Meza (Morena) en la Comisión de Justicia del Senado, la cual estaría encargada de convocar, rendir comparecencia y dictaminar la elegibilidad de los candidatos a integrar la terna para elegir al próximo ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación? ¿Por qué una acción tan tibia cuando en un hecho inédito los titulares de los ramos de Hacienda, Energía, Pemex y Profeco los plantaron en la comparecencia a la que había citado la tercera Comisión de la Permanente para explicar el desabasto de hidrocarburos y a la que estaban obligados a asistir? ¿Por qué quedarse callados ante el lanzamiento de la convocatoria para la Guardia Nacional antes de que se apruebe la ley y antes de que exista ese cuerpo? y ¿por qué admitir que una vez reunidos en el pleno para la votación del dictamen de la Guardia Nacional se añadiera un addendum fuera del debido proceso? ¿Por qué aprobar la Guardia Nacional en los términos planteados cuando se ofreció a los legisladores evidencia contundente sobre su inconveniencia y consecuencias? ¿Por qué aprobar a un fiscal carnal y no dar la lucha por una #fiscalíaquesirva?

Son pocos los contrapesos que van quedando y aquellos que pueden ejercerlos abdican de su función. No hay razón entonces para quejarse de la vuelta al pasado. La responsabilidad es compartida.

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