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Desarrollo humano: capacidades y desigualdad

Carlos Ornelas

Carlos Ornelas

 

 

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo acaba de poner en circulación su Informe sobre Desarrollo Humano 2019. Más allá del ingreso, más allá de los promedios, más allá del presente: Desigualdades del desarrollo humano en el siglo XXI. La nota principal: a pesar de ciertos adelantos, la desigualdad entre países y segmentos sociales persiste en la mayor parte del planeta.

La porción optimista del informe apunta a que se han producido avances en cuanto a la capacidad de las personas de superar las privaciones extremas (capacidades básicas), como el acceso a la educación básica, los servicios primordiales de salud y la tecnología primaria. Muchas de las personas más desfavorecidas alcanzan los primeros peldaños del desarrollo humano.

Sin embargo, señala el informe: “podemos observar que las disparidades son elevadas o crecientes en las áreas que se espera que adquieran mayor importancia en el futuro (capacidades aumentadas)”. Estas incluyen la recepción de la educación de calidad en todos los niveles, acceso a internet de alta velocidad y servicios de salud más avanzados.

Y es aquí donde reside el gran problema: “En todos los países del mundo se siguen observando profundas desigualdades en las capacidades básicas y aumentadas”.

No obstante, el panorama no es tan sombrío. La noticia optimista señala: “El siglo XXI ha sido testigo de grandes avances en lo que afecta al nivel de vida; en todo el mundo, una cantidad de personas sin precedentes está consiguiendo un ‘gran escape’ del hambre, la enfermedad y la pobreza, superando así el umbral mínimo de subsistencia”. Sin embargo, lamenta: “se ha dejado atrás a muchas personas”.

En promedio, el Índice de Desarrollo Humano (IDH) muestra una mejora en la esperanza de vida debido a fuertes descensos de la tasa de mortalidad entre niños menores de un año. Sin embargo, resume el informe “… las pruebas disponibles indican que las desigualdades continúan siendo muy amplias”. En especial con el acceso al conocimiento y a tecnologías de vanguardia.

El índice estratifica a los países en cuatro categorías de desarrollo humano: muy alto, alto, medio y bajo. México se encuentra en el segundo nivel, en el número 76 entre 189 países. No es para flagelarse, pero tampoco para sentir satisfacción. Muy lejos de Noruega, el de más alto bienestar y también de Níger, el de más bajo.

Me pregunto si el gobierno de la Cuarta Transformación utilizará los datos del IDH que muestran la fragilidad institucional de la Secretaría de Educación Pública para ofrecer educación de calidad y aminorar las brechas de desigualdad. Para alcanzar mejores niveles de desarrollo humano, capacidades productivas, derechos humanos y cualidades cívicas se requiere de un sistema educativo sólido, gobernado por reglas claras y con maestros capaces, dedicados y con ética profesional más allá de las diatribas sindicales. Y con financiamiento suficiente y una burocracia competente.

¡Deseo progreso, aunque soy escéptico!

 

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