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Cárdenas escupe al cielo

Adrián Rueda

Adrián Rueda

Capital político

En su carta donde pone como condición la renuncia de la dirigencia nacional del PRD para salvar al partido “de la peor crisis de su historia”, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano exige la conformación de una dirección colegiada con líderes de las tribus.

Qué descaro del ingeniero, quien se negó a competir para presidente el mes pasado, porque el partido se negó a ungirlo sin elecciones.

Habrá que recordarle a Cárdenas que la peor crisis del PRD se dio cuando Rosario Robles Berlanga —una cardenista de cepa— enredó en negocios sucios a su partido con el empresario argentino Carlos Ahumada Kurtz.

En su despecho, porque los perredistas no le cumplieron, el empresario difundió videos en los que había grabado a varios dirigentes amarillos agarrando miles de dólares a cambio de futuros favores.

Aunque el caso más emblemático fue el de René Juvenal Bejarano Martínez, que hasta las ligas con las que estaban amarrados los billetes se guardó, no fue el único. De hecho Ahumada destapó la peor cloaca no sólo en el PRD, sino en la izquierda en general.

Que no se olvide Cuauhtémoc que entre los muchos videos de Ahumada está al menos uno en el que aparece un exgobernador de Michoacán que hizo negocios oscuros con el empresario y al que tampoco le cumplió.

Ese exgobernador se llama Lázaro Cárdenas Batel, su hijo.

Que tampoco olvide el ingeniero que cuando Rosario Robles fue destituida ante el escandaloso desfalco de las finanzas perredistas, quien tomó su lugar fue el también cardenista Leonel Godoy, exgobernador de Michoacán en el que hoy recaen serias sospechas de corrupción.

Que también recuerde Cuauhtémoc que otro CárdenasJaime, exconsejero electoral y hoy integrante de Morena— fue contratado en ese entonces por el PRD para que investigara qué tan podrido estaba el partido.

Que cuando Godoy recibió los primeros reportes de la investigación ordenó a Jaime olvidarse del asunto y cerró el tema… y es que el apellido Cárdenas Batel salía a relucir frecuentemente.

Ésa fue la peor crisis del PRD —no la actual—, quedó documentada y el partido no se acabó.

Aunque eso no fue todo, antes de Jaime Cárdenas el análisis de la crisis del PRD lo había hecho Samuel del Villar —otro cardenista de cepa— y su diagnóstico era devastador.

El PRD se había desviado, estaba podrido. Sus dirigentes habían olvidado los principios que le dieron origen, se habían corrompido y las tribus habían hecho de él un gran negocio. Don Samuel recomendaba desde entonces refundar el partido o éste desaparecería.

Y todo esto se dio durante la presidencia de connotados cardenistas; el ingeniero jamás se dio por aludido ni amenazó con irse, como ahora.

Así que eso de que renuncien todos porque el PRD vive su peor crisis sólo está en su cabeza y en la de quienes perdieron las elecciones internas.

En su nostalgia por el poder, Cárdenas busca pasar a la historia como el caudillo que salvó a la izquierda, por eso propone la refundación del partido, ¿pero con quién?

¿Con Bejarano, con Marcelo Ebrard, con su hijo Lázaro, con Leonel Godoy, con Alejandro Encinas, que en la cajuela de su auto metió a Julio César Godoy a San Lázaro para que rindiera protesta y obtuviera fuero cuando la PGR lo perseguía?

¿O con los viejitos Porfirio Muñoz Ledo —que ha estado en tantos partidos que ya ni sabe de qué partido es— o Ifigenia Martínez, por ejemplo?

Todas las tribus son depredadoras, por eso suena al menos raro que en plena definición de candidaturas para 2015 el ingeniero exija un cambio de rumbo, petición a la que se suman los perdedores.

Dicen que renuncia al PRD y que muchos lo seguirán, habrá qué ver, pues con su fingida nobleza lo único que hace Cuauhtémoc es escupir al cielo.

CENTAVITOS… Tras su pelea a muerte, ayer se vieron las caras Dione Anguiano y Jesús Valencia para planchar la elección de la dirigencia del PRD en Iztapalapa el próximo viernes. No quieren que les vaya a salir una Laura Velázquez y les reviente la sesión… Y por cierto, ¿nada pudo hacer Enrique Vargas para detener la ira de Laura? Ya no como esposo, sino como secretario general del PRD. Porque si no pudo controlar a su familia, ¿qué operación política puede garantizar al partido?

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