Expresiones

En el arte no hay milagros: António Lobo Antunes

Entrevistado por Excélsior en su casa de Lisboa, el célebre novelista portugués, asegura que ya no busca nada al escribir y cada vez se hace menos preguntas

Virginia Bautista | 20-06-2018
Foto: Cortesía FIL Guadalajara/Josué Nando
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LISBOA.

António Lobo Antunes confiesa, a sus 75 años, que cada vez se hace menos preguntas, que ya no busca nuevas fórmulas en la literatura, que tiene pocas certezas y que sólo cree en él, “y eso no es malo”.

En su casa de la capital lusa, tapizada de libros, pinturas y dibujos, el narrador portugués —candidato desde hace mucho tiempo al Premio Nobel de Literatura— afirma que escribir es escuchar con más fuerza. “Y si escuchas con fuerza, a veces consigues. Es un oficio de paciencia. En el arte no hay milagros. Los que hacen las cosas buenas son los que trabajan más”.

De muy buen humor y con un grato recuerdo de México, donde hace diez años recibió el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, el narrador ofrece en exclusiva a
Excélsior una larga sesión sin prisas, en la que evocó las ciudades de América Latina que ha recorrido en compañía de sus amigos escritores.

Yo no busco nada al escribir. Espero que venga el milagro, unas veces llega, otras no. Cada vez me hago menos preguntas. Creo que ya no soy más el autor de lo que escribo. Me dictan”, afirma en relación con su proceso creativo.

El médico y siquiatra de profesión se ha empeñado en “decir unas cosas por otras, esperando a que te comprendan. No puedes ser evidente en lo que dices. Tienes que tener una humildad muy grande, por bueno que sea tu trabajo”.

Considerado el autor vivo más importante de Portugal, Lobo Antunes encabeza la lista de los 42 escritores lusos que participarán en la edición 32 de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, a realizarse del 24 de noviembre al 2 de diciembre de este año en la capital jalisciense, en la que el país ibérico es el invitado de honor.

Literatura es una palabra muy fácil de decir, pero qué cosa es, eso es más difícil de explicar. Nunca he pensado en cuál debe ser el papel de los escritores en la sociedad actual. Escribo lo que puedo”, agrega.

El autor de Memoria de elefante (1979) y El archipiélago del insomnio (2010) añade que cuando escribe no piensa en quién lo lee. “Si piensas en el lector, tu libro será una mierda. A veces los lectores son unas putas, te pegan, te largan, te olvidan”.

Quien participó en la guerra de liberación colonial de Angola (1970-1973), tema que ha sido recurrente en su literatura y que marcó para siempre su vida, afirma que aún tiene “pesadillas con eso”, que desea vivir tranquilo y ha apostado por la belleza y el erotismo. “Mis días son como los de cualquier otro, normales, sencillos. Trabajo mucho. No tengo computadora ni celular, ni tarjeta de crédito. Soy libre. Tengo el dinero en los bolsillos”, detalla.

Amante del fado y el tango, del futbol y el box, “aunque del primero ya no tanto”, el autor de Acerca de los pájaros y Exhortación a los cocodrilos se siente orgulloso de ser portugués. “Soy una mezcla de tantas sangres; brasileña, alemana, portuguesa. Pero me gusta mi país, por eso vivo aquí”.

Y otra ciudad en la que podría residir sin problema, acepta, es Guadalajara, en México. “Es una maravilla. Me quedé con ganas de comprar una casa ahí, porque es todo tan barato y es una urbe tan tranquila, no hay peligro, la comida es tan buena, hablan un español tan dulce y las mujeres son hermosas”.

Destaca que también le fascina la música mexicana, que la sabe cantar. “Pero no puedo seleccionar sólo una cosa. Lo escojo todo”.

 

Pasión por América Latina

Lobo Antunes tiene tantas ganas de volver a México que aceptó participar en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, a pesar de estar cansado de viajar este año, pues ha ido a recibir premios a Praga, Rumania e Italia. “Es bueno ir”, dice mientras hace con la mano la señal que significa “dinero”.

Asegura que en Latinoamérica siempre lo han recibido con generosidad. “La gente es tan simpática, tan cariñosa. Me han dado tantos premios en tantas partes. He sido muy feliz en Argentina, Colombia, Chile, Uruguay. Para mí, el peor defecto es la ingratitud”.

El también cronista subraya que tiene muchos amigos en el subcontinente latino, a pesar de que han muerto otros como Juan Rulfo —a quien no puede dejar de leer y lo sigue sorprendiendo—, Carlos Fuentes, Jorge Luis Borges, Ernesto Sabato, Gabriel García Márquez y Jorge Amado.

Pienso que todos los escritores son jóvenes. Mira a Carlos Fuentes, sigue estando joven y vivo, y también el gran Rulfo. Sólo he encontrado un escritor antipático en México: el poeta que ha ganado el Nobel de Literatura, ¿cómo se llama?, Octavio Paz. Nunca me ha gustado mucho, era muy vanidoso.

Los intelectuales de América Latina son más accesibles, no están posando de perfil para la eternidad. Es gente común y siempre me sentí bien con ellos. Creo que he dejado buenos amigos allá, creo”, añade.

Y recordó a Rulfo de una manera especial. “Lo vi tres o cuatro veces. No hablaba, era muy modesto. Cuando le pregunté por qué no escribía, me dijo que se había muerto su abuelo, que le contaba las historias. Era una broma, por supuesto. Debe haber sufrido mucho ante el reto de superar Pedro Páramo. Es una novela perfecta”.

El portugués, que cumplirá 76 años el próximo 1 de septiembre, indica que le gusta la idea de volver a una feria del libro que lo sorprendió hace diez años, por las largas filas que hacía la gente para comprar y disfrutar de los autores. “Espero no hace nada allá, sólo ver a mis amigos, comprar libros y pasear”.

Adelanta que, en el marco del encuentro librero, sostendrá una charla con Laura Restrepo, pero rechazó mencionar a los autores contemporáneos cuya obra le gusta. “Los artistas son muy sensibles. Son muy femeninos todos. No puedes hacer nada que los ofenda. Lo que sí creo es que tienen unas escritoras muy buenas”.

Lobo Antunes también narra que fue en Guadalajara cuando comenzaron hace una década los síntomas del cáncer que después le detectaron. “Cuando regresé fui operado y pasé todo el calvario de la quimioterapia. Ahora estoy bien, no hay problema, pero tenía miedo. Sólo la palabra cáncer es horrible”, confiesa.

Aunque se queja de que su casa está un poco aislada, el narrador disfruta de la tranquilidad y de la compañía de los jóvenes escritores o estudiosos de la literatura que lo visitan. Ayer estaban dos esperando su guía. “Les doy mi opinión sobre sus escritos. No tengo nada qué compartir. Pero siguen viniendo”, dice mientras sonríe.

Sin detallar el tema de la novela que trabaja actualmente, especifica que no le interesa el qué o el cómo. “Sólo escribo todo el tiempo. No puedo dejar de hacerlo. La escritura es mi vida”.

 

cva

 

 

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