“Hay que tirar a gol como cuando se entra a matar”: El Glison

El torero en retiro habla en entrevista de su nueva faceta como coach motivacional de los Tuzos, que hilvanaron tres victorias hasta antes de la fecha FIFA

CIUDAD DE MÉXICO.

A sus 60 años, Jorge de Jesús El Glison se asoma en territorio tuzo para contagiar aquel coraje que le trajo tardes de gloria y cicatrices frente a los astados. Entendido del moderno coaching, el matador en retiro insta a los jugadores del Pachuca, una y otra vez les pide que se atrevan.

Me decía Marco Garcés, director deportivo del Pachuca, que uno de los problemas que tenían los jugadores era que no se atrevían a tirar, entonces, yo les insistí mucho, en las conferencias, en que se atrevieran y que el equipo iba a ser solidario con quien lo intentara, aunque fallara”, comenta El Glison a Excélsior, describiendo la labor que hace ahora como motivador de los Tuzos, que llegaron a la pausa por la fecha FIFA con tres victorias consecutivas, la última 1-0 ante Tigres, con un gran gol de Roberto de la Rosa, un joven de 21 años que, como exhortaba el otrora torero, se atrevió a tirar desde media cancha para vencer a Nahuel Guzmán.

 

Hay que tirar a gol como cuando se entra a matar al toro: con el corazón, de frente y sin dudas”, dijo el diestro.

En febrero de 2007, El Glison trató de dar vida al poema de su creación Al toro bravo, en el que describe torear en la playa, a un astado en solitario, sin gente y de manera incruenta, y la historia rodó sin problema hasta que vino la cornada. Rememorando esas letras, el diestro señaló que ahora los hidalguenses fueron su inspiración para crear Tuzo bravo, en el que hace referencia a la incesante búsqueda del triunfo. 

Lo primero que tenía que hacer era una conferencia para ganarme el respeto y credibilidad de los jugadores, por eso, compilé videos míos toreando en varias plazas, puse uno de un toro que lidié en la playa, en Zihuatanejo, que me pega una cornada, se ve cómo sale la sangre y yo estoy sonriendo, contento porque había logrado hacer algo importante”, describe. “Con esas imágenes ellos se engancharon y se quedaron toda la conferencia, ¡lo logramos!, y les pude plantear la idea de que regresaran al día siguiente, ¡y lo hicieron!”.

 

La carrera en los ruedos de El Glison estuvo llena de matices, en los que la muerte tocó a su puerta con frecuencia y la entrega fue su bandera.

Estuve al borde de la muerte: tuve cornadas muy graves, como una con ruptura de la arteria femoral y la vena safena (en 1987), pude haber muerto, pasé muchos tragos amargos, estuvieron a punto de amputarme la pierna porque me dio gangrena”, rememora. “Esas experiencias me han ayudado a ser quien soy: tengo una maestría (en coaching integral), escribo poesía y eso amplía mis horizontes; hay que entregarse en todo, eso aprendí: un torero, cada tarde, tiene que hacerlo”.

La agitada vida del matador coahuilense no se resume al capote y la muleta. En su juventud fue un auténtico trotamundos, que no se asustaba ante los retos. De pescar sardina y salmón en Mazatlán, mientras iba a la preparatoria, a terminar en una excursión por Alaska.

 

Yo, de joven, andaba mucho de aventón; en Mazatlán conocí a unos gringos, les aprendí de pesca de sardina y salmón, y me invitaron a Alaska; a los 17 años me fui de aventón, así atravesé Estados Unidos y Canadá”, subrayó. Estudió para ingeniero agrónomo zootecnista en la Autónoma Agraria Antonio Narro, en Saltillo, Coahuila, de donde es originario, pero a los 21 años hizo una pausa y emprendió una vuelta al mundo... Europa, África, Israel, La India, Tailandia, Singapur, Hong Kong... “luego regresé y acabé la carrera”.

Después se fue a Pamplona, España, donde buscó su sueño de ser torero y, fiel a su esencia, llamó la atención por las suertes antiguas en su repertorio. De ahí se enfiló hasta convertirse en un grande de la tauromaquia.

El heterodoxo espada, que acostumbraba torear en una silla, ha vuelto a ser el centro de las miradas, ya no en un ruedo, sino en una sala de conferencias. Dice que tiene previsto continuar el programa de coaching hasta que esto derive en el título de liga para los Tuzos. “Lo que hago es liberar, no los hago buenos jugadores, los libero de las cadenas que los limitan a no ir más allá. La idea es seguir hasta que seamos campeones”.

AMU

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